viernes, 10 de julio de 2015

Contundentes






Todo iba bien hasta el momento
en que recordamos que éramos actores amnésicos  
y comenzamos a inventarnos diálogos absurdos
basados en un continuo titubeo
provocando un alud de objetos contundentes
entre los cuales destacó 
una butaca.
A nosotros tampoco nos gustó la función,
con lo bonito que era el escenario...
La noche estaba fuera del teatro,
lo de dentro era
simple oscuridad.
Las farolas sí recitaban su papel de memoria
con claro y alto voltaje: tras la ventana
que abrimos sobre unos lápices
ensayamos un descanso inimitable.

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