lunes, 24 de junio de 2013

Transparentes



 A Nuria Barea








Hablando de transparencias,
Nuria, están en tus manos,
donde podrías vivir incluso a oscuras,
aunque las dos sabemos
que esto último no es posible,
porque tus uñas tienen siempre
las luces encendidas.
Las flores andan, Nuria,
como tus pequeños animales
y tus grandes palabras, así que
cómete este mundo, y ése, y aquél…
sólo tienes que seguir el curso del río
y pedirle prestados sus majestuosos dientes
trazando un círculo imperfecto en sus aguas
a tu paso transparentes.

domingo, 16 de junio de 2013

Cuarto vagón




Mi cuarto es un vagón. Estoy sentada de espaldas a donde vamos. Los demás pasajeros me observan, situados frente a mí. Miro por la ventanilla. Cuando se cruza ante mis ojos una arboleda móvil, ellos la han intuido, divisado, visto y olvidado. Todo paisaje fugaz se ha paseado antes por sus miradas. A mí me dejan las sobras de la velocidad: la retrospectiva. Oh, Jesusitodemividaeresniñocomoyo, estas reflexiones son propias de una madurez de ultratumba, sálvame de ellas, ¡sálvame de crecer! Pero... ¿por qué de pronto vamos tan despacio? Nos detenemos al borde de un precipicio. Hay un letrero en el que se lee: “Bienvenidos al fin del mundo”. Llegados a este punto, la única posibilidad de continuar el viaje es regresar; eso hacemos. Ahora soy yo la que va en el sentido de la marcha. Ahora son ellos los que van de espaldas, y yo hago pompas de saliva, y ellos se marean, y yo me quito y me pongo la cabeza, y algunos vomitan, y yo boto alegre en el asiento, y ninguno me soporta. Porque yo les estoy mirando a ellos, y me levanto, y les saco literalmente la lengua, uno a uno, de dos en dos, tres coma tres, el cuarto vagón. Despierto.

 De Fragmentos de una niña decapitadita