sábado, 3 de agosto de 2013

A un paso



Hoy he visto gente bañándose en el río. Sentados en la hierba, bebían cerveza escuchando música y se lanzaban al agua. Yo no sé qué placer les produce salir del río y tumbarse al sol, dejando que sus rayos les acaricien, les sequen las gotas, les calienten el pecho. De aquí a mi casa hay cincuenta y dos pasos, pero hoy sólo doy cincuenta y uno. Sin entrar y sin quitarme el sombrero, le pregunto a mamá por papá. Me contesta que está dando de comer a las gallinas; me lo vuelve a decir, recalcando mucho los verbos dar y comer. Compruebo que papá está, en efecto, en medio del corral: en cuclillas, deja que las gallinas y los pollos picoteen compulsivamente su mano. Le saludo con un adiós, pero no me ha oído. A diez pasos está el establo: allí voy a peinar a los caballos, siempre en penumbra. Me quito el sombrero, la careta, la capa; brilla mi piel traslúcida. Eso les tranquiliza.

2 comentarios: