lunes, 20 de febrero de 2012

Hombre desatornillando caminos


"Hombre desatornillando caminos" es el título del poemario con el que he ganado el premio de poesía Iparragirre Saria. Ha sido la única vez que, para escribir un poemario, me he puesto la voz de un hombre en vez de mi voz de araña.

Dejo un par de poemas para desatornillar o algo.



 
Desatornillar un camino             

¿Quién dice que sea fácil desatornillar un camino?
Hay que reptar por el estómago del cemento
procurando no aplastar ningún nido de topos,
no contagiarle tu propio desnivel a la tierra
ni otro hundimiento a la noche en lo oscuro.
Hay que saber descifrar la contraseña del tornillo
no con los dedos, sino con las huellas dactilares.
Hay que no hundirte, agarrándote con los dientes
a las raíces de un tractor silvestre que te mantenga
mientras pasan furiosas por tu lado corrientes de dunas
en cuyas entrañas asoman cráneos de flor y muslos diminutos.
Hay que grabar tus iniciales en el oxígeno que te falta.
Hay que salir y, para entonces, haberlo olvidado todo
y estar preparado para olvidarlo mil veces más,
pero siempre después de tener que recordarlo.


    
El santo al cielo

Dime, dime, dime, dime, Maribel,
en qué estabas pensando,
cómo se te ha podido quemar el estofado de óxido
si siempre te sale tan bueno y tan marrón.
Y si se te ha ido el santo al cielo, por qué
no le has disparado con tu pistola de milagros de fogueo
para que baje, herido de alas, a vigilar el estofado de óxido
que habías puesto al fuego mientras pensabas lo que pensaras.
Ven, Maribel, voy a abrazarte igual que aquella noche de tómbolas
en la que gané la pistola de milagros de fogueo para regalártela,
porque en mis manos dispararía áreas de servicio,
porque tú sí haces milagros y tenías frío.
Ya entonces quería yo saber en qué pensabas, Maribel,
cuando se te va el santo al cielo, aunque nunca como hoy,
nunca preparando el estofado de óxido que tan bueno y tan marrón te sale.
Y ahora qué hacemos con el hambre, Maribel,
ven que te abrace, dime qué piensas o dispárame.
 

jueves, 9 de febrero de 2012

Pequeño

Estoy más feliz que un paraguas en abril
y con mi sonrisa
podría surcar un océano, pequeño.
Escondo los pañuelos en una sábana
cuya tristeza no me deja dormir.
Soy fuerte como una niña
tumbada en la hierba
sacando nubes de entre sus uñas.
Hay días que pasa un camión,
hay días que pasa un volcán,
pero todos, todos los días,
lo que sea
me atropella.


miércoles, 1 de febrero de 2012

Destrucción de algunos tópicos sobre el ahorro




Después de pasar toda la vida trabajando,
limitando el gasto a lo estrictamente necesario,
engrosando la cuenta corriente con líneas numéricas,
un día uno se levanta triste, loco,
asegura que le roban (siente frío), que nadie le quiere,
echa a andar y termina perdiéndose,
lega ante notario sus posesiones a una libélula
como gestación de su penúltimo acto poético,
constituyendo el último su solitaria muerte,
tras la que queda sin efecto su voluntad
por no encontrarse, dicen, en sus cabales,
y todo lo que ha conseguido en la vida
no ha sido ni para él ni para su libélula,
pues siempre hay un decreto que postula
justo lo contrario de lo que uno entiende.


De Destrucción de algunos tópicos sobre lo incierto