viernes, 30 de diciembre de 2011

Todo comenzó con una nube


El 2012 también empezará, seguro, con una nube. Pero ya hace tiempo que se inventaron los paraguas (por favor, no os pongáis bolsas de plástico en la cabeza o se os borrará la cara).

miércoles, 14 de diciembre de 2011

La tos

No hablo: golpeo,
riego el aire para que crezca,
abro bien la boca como  enfadada,
estrangulo con un pañuelo mi timidez.

No hablo: hago ruido y ruido con los ojos,
presento a mis pulmones, qué enfermos…
arrugo mi garganta con grabaciones antiguas,
puedo llegar a ser muy molesta incluso para mí.


sábado, 26 de noviembre de 2011

Imagínate


¿Te imaginas que los detergentes para vajillas no fueran tan eficaces como aseguran sus fabricantes, y no borraran las huellas de los labios y dedos que se posan en las tazas, vasos, platos y cubiertos? ¿Que el cristal, el acero y la loza, conservaran desde el primer hasta el último aliento de quienes saciaron su sed o su hambre en ellos? ¿Que en un mismo vaso convivieran las pulsiones de un niño de tres años y una niña de siete siglos, del esposo que pernocta en los sexos clandestinos, de la vecina indiscreta, del suegro que sorbe (por costumbre) y babea (por la edad), de la cuñada subjetiva, de los amigos cómplices de uno u otro bando, de la madre indignadísima a la vez que neutral, de todos cuantos se internaron en el hogar figurado y degustaron cualquier bebida o manjar? ¿Que ninguno de los mil y un lavados hubieran hecho desaparecer la presión de la carne sobre el aparentemente inmutable ajuar compartido? 

         ¿Te imaginas que, al acercar un día tu boca a una copa, vieras todas las firmas de la traición y, sin pánico ni asco, pegaras tus labios a ese apócrifo cáliz y bebieras de las farsas licuadas, y sintieras que el agua que corre por tu garganta es un cúmulo de salivas calientes e infecciosas que sólo inducen a la autocompasión y al vómito?   

(Estrellas la copa contra la pared. Lanzas los cubiertos como dardos contra el telón invisible, los platos contra el techo. Te cubres la cabeza con los brazos para protegerte del orgullo que cae, hecho añicos).  

¿Te imaginas? 

            Te lo crees.

jueves, 17 de noviembre de 2011

Destrucción de algunos tópicos sobre una escalera

Peldaño a peldaño
quien sube, espera
llegar a su destino,
tumbar lo vertical.
Se debería intuir que
al final de cada tramo
hay otro tramo y, si no,
eso que llaman meseta.
Si prevalece ascender,
impera la ley del giro
de ciento ochenta grados.
Por aquello que sube
o se aprende a bajar
o se aprende a caer.

De Destrucción de algunos tópicos sobre lo incierto

jueves, 10 de noviembre de 2011

Compositora de palimpsestos

En efecto, comenzaba a oscurecer,
y yo tenía la vista cansada de estar de pie.
Lo que estaba leyendo, no lo entendía;
se suponía que lo había escrito yo
pero ésa no era mi letra.
El manuscrito narraba la típica historia
en la que, al final, todos se mueren.
Sólo cuando esa gran luna inmensa,
a la que llaman nueva existiendo
desde el primero de los siglos,
fue escupida contra mi ventanal,
pude leer la verdadera historia,
oculta tras una segunda tinta,
que narraba cómo se mueren
todos menos nosotros.


sábado, 29 de octubre de 2011

La colcha

   Una de nosotras dos es
   cálida,
suave
y acrílica.
   La otra, cuando no sabe qué decir,
habla.

   Una es síntoma de invierno,
la otra también.

   Sólo una de las dos
   es consciente de su naturaleza
   y vive de acuerdo con ella,
   no admite plancha ni lejía
   y por uno de sus extremos está
   levemente deshilachada.

   De Esta dichosa ansiedad doméstica

domingo, 9 de octubre de 2011

Preoniria

Ese sonido como de flauta con frenillo no proviene de la tienda de animales, sino de mi barriga. Entré en la tienda para mirar, me compró barata un mosquito, me lo comí, se puso gordo y ahora silba cuando se aburre y me da codazos cuando huele a coñac. 

Si no se royeran tanto los huesos de cereza, ya habrían brotado en la calle de atrás más de treinta cerezos por centímetro cuadrado, y al mediodía se descansaría. Pero me tengo que conformar con la tundra en el pasillo, con esta selva hasta las rodillas en la que no se me permite enterrar un acordeón al que no haya amortajado antes envolviéndolo en un mono naranja y chispeante. No importa, porque toda eternidad es pasajera y, además, no siempre me apetece inhumar acordeones (no puedo decir lo mismo de los mosquitos).

Como hoy es día par, late mi corazón. Lo hará hasta el anochecer, momento en que correrá a juntarse con los tambores. Y yo, intentando reconocer su voz entre otras percusiones, me dormiré abrazada a un listado provisional de afectados por la vida. Luego, al despertar en non, seguirá en su sitio aunque invisible. Con un electroshock le haré salir de su escondite, al norte del mosquito y al principio de un hueso de cereza.

La bengala que llevo clavada en la yugular no me la voy a  quitar porque por la  noche me gusta abrir los ojos y encontrarme el cuarto lleno de lanchas que me invitan a coñac para reanimarme. 

domingo, 18 de septiembre de 2011

A salvo de los obstáculos

Si me dejara crecer las cejas
hasta taparme los ojos, el rostro,
me compondría dos trenzas ariscas
por las que bajarían mi niña derecha
y mi niña torcida hasta llegar a mis pies,
las cuales, subidas a la punta de mis zapatos,
me advertirían por dónde tengo que caminar,
ciega, para no topar con ningún ángel muerto,
de esos a los que, creyendo vivos,
les coso piedras a las alas
para que no puedan volar
o no lo hagan conmigo.

De Zaquizamí 

lunes, 12 de septiembre de 2011

Entre alforjas


Soy la alegre cowgirl
y monto al más bravo toro mecánico,
poseída por el espíritu de las batidoras de Braun,
rompiéndome el menisco mas no la sonrisa,
festejando un corpiño de ante con flecos,
agitando el sombrero a la manera cuatrera, 
rompiéndome un brazo mas no la sonrisa,
jaleando a la vida con nombres de res.

Jimmy toca la guitarra a la vez que la armónica,
moviendo los pies en un baile de espuelas,
pidiendo palmas que coreen huesos rotos. 
Me mira de reojo para comprobar si estoy
rompiéndome el cráneo mas no la sonrisa
o rompiéndome los dientes y, horror, la sonrisa,
con un bote de árnica oculto bajo su chaleco
y mil canciones para llevar entre alforjas.

Nada de esto nos importa demasiado,
porque luego Jimmy soldará mis roturas
con su amoroso hierro candente
junto a una hoguera en la noche
al calor de los coyotes y los cactus,
mientras el aire en las dunas barre,
superficialmente, riesgos del entorno
y silba a los lagartos su sonrisa entera.

sábado, 3 de septiembre de 2011

II



Y ya que un incendio implica soledad,
ausencia sinónima de la blancura,
equivaliendo la desolación al limbo de las ratas,
sólo cabe desear que el cielo se contagie
y llueva, llueva mucho, llueva.
Han de brotar camisas y puentes,
y ya que de un incendio se deduce un campo
y la ciudad se encuentra a pocos versos,
que venga el camino y nos llene de pasos
provistos de una ida y una vuelta
y calculemos la orientación del arco iris
para ponerle un mango y abrirlo
bajo las últimas gotas, y plegarlo
bajo el primer amago de la clorofila.

lunes, 29 de agosto de 2011

Velouria

Winda pensó que lo mejor que podía hacer era soltar lastre. Se quitó las katiuskas, el abrigo de charol y el ataúd, y los arrojó a lo largo del camino de árboles. También se quitó las gafas, y por eso no vio la aldea que tenía enfrente hasta que no se estampó contra ella; contra toda la aldea; porque era muy pequeña; la aldea. Winda la percibía como una masa borrosa de muchos colores, cúpulas con espinas y calles desiertas pero vistosas. Y cómo olía... a flotadores rojos, a mermelada helada, a suspiros positivos, a lluvia de caramelo. Tropezó con un riachuelo pero, como no quería nadar, se limitó a echarse agua en los ojos y en la boca, un agua que al salir de su hábitat se solidificó y transformó en dos lentes y un bozal. Winda veía ahora, sí, y con una claridad insólita, aunque por otro lado no podía morder el polvo, ni la fruta ni las palabras, y eso le hacía temblar de hambre, creer desfallecer, delirar e imaginar al guerrero sentado en una piedra detrás de su lanza, junto a un caballo negro tendido sobre la hierba que, con una máscara de bronce cubriéndole medio rostro y parte de la crin, estiraba las sienes hasta delimitar perfectamente el este y el oeste de la mirada. El guerrero incrustó el pico de su lanza en las lentes y el bozal de Winda y escribió “Hasta otra”, rompiendo así el último de los maleficios; los anteriores no. Winda encontró la salida del lugar saliendo. Pisó un géiser y fue impulsada hacia arriba, hacia los territorios de la luna llena. Se abrazó a ella, se resbaló jugando, y cuando iba a caer al suelo de nuevo, pensó que lo mejor que podía hacer era cambiar su dieta a una más rica en plomo, o desnucarse de una vez por todas.

viernes, 19 de agosto de 2011

Incidental

Mira, nos ponemos
las manos a la altura de las orejas,
más o menos curvadas (las manos,
no las orejas), y decimos palabras en voz baja
sin mover apenas los labios (palabras como:
trípode, otorrino, cojín, piscina, recital)
y entre ellas deslizamos frases importantes
(por ejemplo, nos invitamos a comer gotitas
o nos comunicamos cuánto nos agrada julio),
y nos guiñamos. Y así tendremos (sin escribir)
esos paréntesis que tanto nos gustan.

viernes, 29 de julio de 2011

Génesis

Fue en una playa del sur, fue en la infancia,
fue un domingo cuando descubrí el mar.
Mi madre tuvo que sacarme del agua
arrastrándome, boca abajo, por los pies 
para que no me la bebiera entera,
pero a cambio se aferraron a mi barriga
un guijarro y ciento veinticuatro rocas.
He crecido en dirección a las moragas y,
o algo ha debido salir mal,
o nada ha salido bien.
Rastreando la arena he venido
a las dunas, vendo cocos
y pensamientos.

De Ocho paradas en la arena

miércoles, 20 de julio de 2011

El camino

Había señales de ruedas en el camino.
Los marcos de las puertas y ventanas de aquella casa de tejado plano
estaban perfectamente delineados por la caída angulosa de la hiedra.
En el salón, cuatro cuadros contenían, cada uno, cuatro cuadros dentro.
Una televisión sin cables emitía un documental sobre los diversos tipos de cajas fuertes.
En la cocina, el fregadero compartía el espacio con una mesa invadida por dados.
Complementaban la penumbra del dormitorio
una cama de matrimonio y un techo de espejo.
No había pasillo. Al salir de una habitación se entraba en otra.
Abrir y cerrar puertas no era bastante para encontrar la salida.
Subí por la chimenea hasta llegar al tejado.
En el cielo colgaba una foto enmarcada de la Luna.
Llovía. Caían bloques de gotas sobre las hojas cuadradas de los cuadrados árboles
y borraban
las señales de las ruedas
que una vez dibujaron
el camino.

miércoles, 6 de julio de 2011

Tengo manos

Soy la mujer sin manos. La que en vez de limarse las uñas se abrillanta los muñones. Porque nací sin manos he tenido que salir a buscarlas y luchar por ellas. Todas las noches cavo con los dientes la negra tierra de los cementerios. Porque no tenía manos, tengo ahora no dos ni cuatro sino tantas como he necesitado. Abro un cajón del armario, introduzco los brazos hasta los codos, tengo manos; unas manos blancas de finísimos dedos, suaves, manos para un piano. Abro otro cajón y me pruebo las manos marrones, llenas de callos y heridas, sin uñas o rotas; son las manos de trabajar. En ese cajón guardo las manos anchas y rosas, calientes, que huelen a caricias y a postres, manos de madre, madre... Pero si hay unas manos con las que me identifico plenamente y con las que quisiera morir, son éstas que llevo puestas: manos sin dedos, palmas estériles, cinco vacíos. La posibilidad de coger algo (tengo manos). La imposibilidad de retenerlo (no tengo dedos).


De A propósito de los cuerpos

jueves, 30 de junio de 2011

Estival

El olor a sandía no se va
al abrir las ventanas
porque
no podemos abrirlas.
Moriríamos asfixiados.
.
Tampoco podemos acercarnos mucho al ventilador.
Sus aspas nos amputarían las orejas y la nariz
y esta noche cenaríamos hamburguesas
en vez de un gran vaso de horchata.
.
En la habitación oscura,
donde sudar es sinónimo de plastilina,
rabia la cama, deshecha por las tempestades
desde ayer y hasta mediados de septiembre.
.
Es más refrescante tocar el suelo con los pies
que cruzarlo con patines.
También más lento.
El escaso presupuesto
sólo da para chanclas rosas.

martes, 21 de junio de 2011

Trece

Estaba saltando a la comba. Uno, dos, seis, nueve, diez, catorce. Se me enredó una pierna y me caí hacia atrás, golpeándome la cabeza contra la pared. Me levanté, mareada, y me volví a caer: perdí el conocimiento. El doctor aconsejaba dejarme ingresada unos días para hacerme unas pruebas, pero yo no quería. Yo quería regresar a casa de la mano de papá, y eso hicimos. Diecisiete, veintiuno, treinta. Habían quitado de en medio todas las cuerdas, porque volvía la niña inútil, y todos los objetos puntiagudos, porque volvía la niña doliente. Mamá me había guardado las sobras de la comida por si traía hambre; ni le contesté. No quiero hablar con ella. Treinta y tres, treinta y cuatro, cincuenta y ocho. Dice que no hago nada bien. No sé planchar, es cierto; o la tabla está muy alta o yo soy aún muy pequeña. A mamá no le tiembla el pulso al contacto con el almidón, como a mí. No le tembló al estamparme la plancha contra la nuca, para castigar mi torpeza. Cien, mil, cero, uno, dos. Desde fuera somos una familia tan normal como las demás (desde fuera yo saltaba a la comba). Desde dentro, mis tripas cantan y me duele la cabeza. Cuando al fin se hayan dormido, iré a la cocina a por mi comida, si es que no se la han dado al perro. Trece.

miércoles, 15 de junio de 2011

Lacar

Y dije: sí.
En ese momento pulvericé
un poco de laca sobre la palabra.
Tiesa y pegajosa, desde entonces,
no puedo quitármela de encima;
antes de que yo hable, habla ella.
Y cómo le explico al mundo
que es que no, cómo.

De Zaquizamí

miércoles, 8 de junio de 2011

De las semillas de aire

De las semillas de aire
sembradas
la última primavera, hoy
brotan paredes en el jardín.
¿Crecerán a lo alto o a lo ancho?
¿Darán frutos de estuco?
¿Insonorizarán la soledad mía?
Pronto, muy pronto,
o nunca, muy nunca,
nacerán
las más hermosas flores
defectuosas.

lunes, 30 de mayo de 2011

Su autenticidad

Quiso ser poeta y desistió, porque no sabía dónde podía estudiar la carrera. Quiso irse a vivir a una isla, pero como le asustaba pensar en los animales peligrosos que podían poblarla, encargó un mural que representara una playa con palmeras. Lo colocó en una pared del salón. Se sentó sobre un cojín, enfrente del mural, y esperó, bolígrafo y papel en mano, a que la inspiración le arrancara algún verso. Lo encontraron muerto a la mañana siguiente con el bolígrafo clavado en el corazón. En la habitación sólo había un cojín y un decorado tropical, cuyo autor confirmó su autenticidad; sin embargo, aseguró no haber dibujado aquella botella con mensaje que, con un trazo más débil, asomaba próxima a la orilla. A nadie se le ocurrió que el mensaje pudiera tratarse de un poema: un poema escapado de un corazón con bolígrafo, y arrojado a un mar de cartón. Detuvieron al mural por falsificación de pruebas y éste no ofreció resistencia, pero cuando le interrogaron se negó a cantar, porque era mudo. Hasta el día de hoy sigue detenido. Detenido. Quieto. Suspendido en el tiempo. Como una última palabra que se niega a ahogarse tan cerca de la orilla, del balbuceo.


miércoles, 18 de mayo de 2011

Dícese del fuego

Porque salieron ardiendo trapos y ladridos,
porque el descampado era una voracidad hilarante,
porque la luna parecía el fruto de cualquier árbol,
porque los contenedores cacareaban más,
porque los sofás se inflamaban hacia dentro,
nos encontraron, y aunque no comprendíamos
el perverso placer de buscarnos, nos ofrecimos
a esclarecer la devastación por una sola vez.
.
(Habíamos dejado un rastro demasiado fácil,
dijiste, bordeando los escombros
de Venus Occidental).

De Diario de un ascensor en un bloque de dos plantas con azotea

domingo, 8 de mayo de 2011

IV

A los que hemos nacido con un soplo en el corazón,
nos recorre siempre el pecho un escalofrío con cremallera.
Cuando deja de llover, retorciéndose la brisa más gris,
intentamos abrazar a los que han nacido
con el corazón más grande que su cavidad suave
y, no sabiendo expresar con la voz que les queremos cerca,
hablamos con el cuerpo y la palabra dicha es de invierno.
Va a ser azulado el cielo, plateada el agua
y la tierra sus cálidas caricias.
Deberemos seguir arrastrándonos
hasta que nos encontremos las piernas.

lunes, 25 de abril de 2011

(Verdugo)



A este amanecer desaliñado,
de pocas palabras y ninguna ventana,
anunciado por algún canario de uñas corvas,
con tu rostro oculto bajo la esquiva penumbra
desde donde yo me tapo los ojos pero no del todo,
júzgalo sin piedad con el hacha o la flecha,
decapítalo, empálalo, degüéllalo, lapídalo o
tritúralo, desmiémbralo, despelléjalo, porque
debe continuar esta noche que nos ha nacido,
que nos ha nacido.

domingo, 10 de abril de 2011

Julia se presenta inestable como la mañana

Mi nombre es, desafortunadamente, Julia,
que en el idioma de algunos significa silencio
y basta, Julia, silencio, basta, silencio, Julia.
Por culpa de mi nombre siempre estoy llorando
y también lloro porque no consigo cerrar del todo
mi cajón de los secretos, y quizás tengan razón
y debería intentar cerrarlo, mejor, desde fuera.
Me da mucha pena cuando alguien me llama
porque no me gusta mi nombre, y no respondo,
y me finjo sorda, ciega, y me quiero arrojar al mar.
Mi rostro es ese vacío que hay tirado por el suelo,
lo que está en medio, lo que estamos pisando.
Si deseo expresar aflicción, me rompo una pierna.
Si no deseo expresar nada, repito llorando mi nombre
mil veces y las que hagan falta de aquí al presente:
basta ya, Julia, silencio, basta ya, ¡silencio, Julia!





Julia en Auralaria aquí:

miércoles, 30 de marzo de 2011

Historia de un llavero

El día que me fui de la casa marrón, para celebrarlo, me preparé un buen plato de espaguetis, porque no sabía cuándo volvería a comer caliente y la noche anterior había soñado que mordía lianas con queso. Yo iba buscando el descampado, acostarme sobre una colilla, taparme con una piedra y pasar el tiempo así, pasando el tiempo. Pero por el camino vi una casa roja, llamé, me abrieron, entré, me invitaron a comer espaguetis y sacaron del congelador una cama que caducaba a la mañana siguiente. También estuve en la casa verde, en la amarilla, en la rosa, en la azul… y en todas me cedían una cama de una noche y unas palabras de un día, y ante lo inesperado de mi visita improvisaban cocinando… sí, espaguetis. Yo agradecía su hospitalidad regalándoles historias de llaveros con las que decían sentirse identificados. Cuando al fin llegué al descampado, olisqueé el aire en busca de la zona en la que se concentraran más raíces de tamarindos subterráneos y allí me senté. Agarré un puñado de aquellas raíces, las herví en un litro de sudor que había guardado para la ocasión, les espolvoreé encima un poco de dedo rallado y dejé que se enfriaran porque no iba a comérmelas. Y mientras observaba cómo se rompían las cosas que estaban lejos, no, no pensaba en el retorno: pensaba en una casa blanca y en un gran plato de macarrones.


sábado, 26 de marzo de 2011

miércoles, 9 de marzo de 2011

Centinelas

Mientras sea de día
las batallas se librarán con tostadas,
la verdadera hipnosis tendrá lugar en la pinacoteca,
las langostas no roncarán en los túneles del tiempo,
los prolegómenos influirán en el nivel de las lagunas.
Aprenderemos qué significa todo esto y todo aquello
pero sólo durante el día, porque de noche
desgajaremos, por ejemplo, tu vena aorta.
Lo que sea, con tal de desgajar.

domingo, 27 de febrero de 2011

jueves, 17 de febrero de 2011

Mimo al enemigo


Cuida a tu peor enemigo. Escoge las palabras cuando le hables, no le insultes (suele ser muy sensible). Llámale de vez en cuando por teléfono: pregúntale si está bien, si necesita algo. Invítale a comer. Invítale a una copa. Invítale al cine. Abrázale. Bésale. Si se pone pesado o cruel, si te amenaza, si canta y mal, si saca a bailar a tu pareja mientras le mordisquea el cuello, si te quita la cama y te manda al sofá, si te roba el coche, el mando a distancia de la tele, el trabajo, los sueños, si hace fracasar todos tus planes, si te deja en ridículo, si te eructa al oído, si te rompe la cara, no le des demasiada importancia, no se lo tengas en cuenta, no le escuches si no quieres pero no le hagas daño, no traiciones vuestra enemistad. Él es así. Le conoces bien. Sabes de su estilo y de su carencia del mismo, a veces. Habéis crecido juntos. Forma parte de tu vida. Míralo. Mírate. Lo asumes pero no lo entiendes. Tu peor enemigo eres tú. ¿Sabes / en qué momento / comenzaste a / odiarte?

viernes, 14 de enero de 2011

Del porqué de las conductas


Esperó hasta que se le hizo
lo suficientemente tarde
para no hacer nada.
Sacó un cubo de lamentos del establo
y sumergió dentro la cabeza,
rapada y anfibia.
Del porqué de las conductas no opina,
responde con otra pregunta.
O cambia de tema.
Llorar es vestirse para desnudarse.
Llorar es desnudar un desnudo.
Llorar es de nubes.

sábado, 1 de enero de 2011

La tonta de la lista: Enero



Canciones que tienen que ver con la imagen en cuestión y con las fechas en las que estamos. Una vez más, mi paraguas elige y el blog tardío supervisa.

Ahora sí, feliz 2011.