martes, 7 de septiembre de 2010

Ambas barbillas

Él tenía una barbilla prominente, afilada, un tanto curva, y visto de perfil evocaba el retrato de cierto lord inglés. La barbilla de ella era una roncha, y su anverso un sitio donde la huella de una rueda era un hoyuelo. Decidieron quererse, eligieron soñar. Con el paso de los años la barbilla de ella fue adoptando la forma de la de él, que cada vez tendía más a estirarse en busca de la de ella. Ya ancianos, las barbillas que metamorfosearon para estar juntas, topaban la una con la otra imposibilitando los besos, nunca el cariño. Poco antes de morir no parecían esposos, sino hermanos. Hoy los herederos discuten por la herencia: ellos se han dejado barba. Ellas también.

De A propósito de los cuerpos

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